Estábamos cansados. Yo del día, ella de mí. Estábamos acostados con la luz apagada y sin poder dormir. Lo intentamos, pero no estaba funcionando. Ella tenía todavía los ojos abiertos. Nos separaban unos centímetros pero no había por qué engañarnos, había mucha más distancia entre nosotros. Tenía miedo de buscar su mano debajo de las sábanas, tenía miedo de que la quitara, no me iba a arriesgar. No porque temiera una pelea o porque fueran a empeorar las cosas, simplemente porque ya tampoco valía la pena intentarlo. La luz entraba tenue por un resquicio de entre la ventana y la cortina. Iluminaba apenas el otro extremo de la habitación. Me hubiera gustado levantarme e irme. Levantarme y tener a dónde ir. Pero creo que había puesto demasiado de mí en ese lugar; demasiado dinero, que no era tanto, demasiado tiempo, demasiado cuidado en las cosas. Siempre pensé de joven que cuando me enfrentara a estas situaciones nada sería tan fácil como levantarme y salir. Pero no fue así; no en ese m...
Toda el día pensando en esa palabra, y para colmo es un palabra que no existe. Orsái. La inventó Hernán Casciari, un escritor argentino tremendo que además tiene los mejores cuentos leídos de la vida en Spotify. Orsái. Lo que se dice en el fútbol cuando un jugador está más adelante del último defensa… espera, no es todo de fútbol, solo lo estoy explicando. Bueno, cuando un jugador está fuera de lugar, o en offside. Orsái. Ojalá fuera así de fácil inventar palabras nuevas. Ojalá no hubiera tanto papeleo para hacerlo, ojalá no se tuviera que repetir una y otra vez una palabra para que la gente la empiece a usar y para que la Real Academia la termine de aprobar. Parece que solo cuando las cosas vienen de órdenes de arriba son válidas. Cuántas veces uno no se pregunta si tal o tal está bien dicho. Qué importa si está bien dicho, lo que importa es que se dice algo. Cuánta burocracia para las cosas. Orsái. Porque fuera de lugar no puedes jugar. Fuera de lugar ves las cosas diferente. Veo...